El cáncer es un mal que una vez diagnosticado en fase avanzada es incurable. Pocos son los casos de pacientes que han superado la enfermedad al 100 por ciento; sin embargo, la mayoría de las víctimas que lo padecen y sus familias pueden corroborar que si bien la enfermedad termina con la vida de las personas, la fuerza, el amor, la unidad y la fe; se fortalecen y los convierte en seres casi invencibles que pueden llegar a superar poco menos que cualquier cosa.
Un claro ejemplo de lucha es la historia de Diego Durán un joven mercadologo de 33 años que fue diagnosticado con cáncer, un linfoma no hodgkin difuso de células tipo B en fase tres que por su ubicación y condición era inoperable.
Con miles de planes y proyectos por cumplir Diego recibió la noticia del cáncer en mayo de 2012, entrando a un difícil proceso de aceptación y decisión que marcaría su rumbo por los próximos meses.
La lucha de Diego contra el cáncer fue ardua e imparable. Sometido a varios tratamientos de quimioterapia, a pesar de las reacciones y riesgos que eso conllevaba; el deseo por vivir, el amor y apoyo de su familia y amigos, impulsó al joven originario de la ciudad de México a continuar a pesar de las cortas esperanzas médicas. Después de varios meses en tratamiento en Septiembre 2013 Diego logró recibir el alta médica, a reserva de regresar en 5 ó 6 meses para revisión o seguimiento, con la esperanza de que el tumor se hubiera encapsulado.
Un tiempo de esperanza se vivió en la casa Durán. Por unos meses Diego volvió a su vida habitual, planeando viajara a Europa, visitar Nueva York y conservaba el anhelo de ser padre. Sin embargo, a principios de 2014 las noticias no fueron favorables y un nuevo periodo de lucha se avecinaba.
En medio de la crisis, en abril de 2013, Diego compartió una conmovedora carta en su cuenta de Facebook en la que expresaba su anhelo de lucha y las ganas de vivir. Exhortando a sus amigos y seguidores a meditar sobre la vida y a reconocer que las circunstancias difíciles pueden ser superadas si se ven desde el enfoque correcto.
"Me quedó muy claro que definitivamente el tiempo aquí lo tenemos prestado y por mucho que planeemos metódicamente y tengamos todo "perfectamente calculado", la verdad es que no depende de nosotros", escribió Diego Duran.
A pesar de su disciplina y buscar remedios alternativos, el cuerpo de Diego ya estaba fuertemente dañado por el cáncer, la debilidad de sus músculos era notoria y su semblante decaído; sin embargo, su alma y corazón continuaban aferrados hasta el último suspiro, siendo el amor y apoyo de su familia la mejor inyección de fuerza.
Un duro proceso conlleva un gran aprendizaje y la vida de Diego es ejemplo claro y digno de ello. En la recta final de una batalla desgastante Diego aprovechó hasta el último momento para dejar un mensaje de amor y esperanza a todos aquellos que la vida le regaló.
"No pierdan tiempo queriendo controlar todo, ni se malgasten en envidias y malas vibras, no se preocupen por lo que hagan los demás. Ocúpense de su vida, sean conscientes y vivan libres, la vida siempre estará llena de retos, oportunidades y aprendizajes, o llena de problemas, desgracias y dificultades", fue la exhortación que dejó Diego en su mensaje en Facebook. "Cada quién sabrá si prefiere ser víctima o protagonista de su vida, el hecho que yo comprendí es que debemos aceptar que todo lo que nos sucede es consecuencia de nuestros actos y decisiones, es mucho más sencillo culpar a los demás y a las circunstancias y esperar que "algo" nos solucione la vida, que entender que los únicos responsables de lo que vivimos somos nosotros", concluyó.
La noche del 2 de junio Diego se encontraba en su casa. Acompañado de sus padres, su hermana y su hermano, quienes durante todo el proceso vivieron con él cada momento de lucha y en tiempos hicieron lo necesario para hacer la carga más ligera. En los primeros segundos del 3 de junio, Diego escribió el punto final de su historia y a pesar de que para muchos había perdido su lucha contra el cáncer, la realidad es que la enfermedad no pudo contra él.
Diego, quien este 21 de noviembre cumpliría 34 años, cerró su tiempo de vida como un gran guerrero, un hombre que pudo superar las adversidades de la enfermedad, el desamor, de ver muchos de sus sueños incumplidos, pero alcanzando su más grande anhelo: marcar la vida de muchos y ser un ejemplo de lucha para las próximas generaciones.
Los que han vivido pérdidas a causa del cáncer saben que es un sufrimiento jamás deseado a alguien, pero también reconocen que la mejor manera de honrar la lucha de sus seres amados es llevar a la práctica su ejemplo en todo lo que hacen y exhortar a otros a expresar el amor.
Esta es la carta integra que escribió Diego Durán meses antes de morir.
"Es curioso como a veces creemos conocer el camino que tenemos delante de nosotros y asumimos que nuestra vida es como es porque así la hemos "planeado", mi historia comienza con una noticia que nadie en su sano juicio quisiera escuchar, para mi dos palabras que representaron un cambio drástico en mi vida... ES CÁNCER.
Esa noche recuerdo que me pasaron mil y un pensamientos por la cabeza, lo que supongo que pasa cualquier persona que se encuentra en una situación similar, primero tristeza, seguida de desconcierto total, luego enojo, hacia todo, hacía nada, ¡hacia mí! Y finalmente, la claridad para ACEPTARLO, aquí no hay negociaciones, no hay términos medios ni condiciones confusas. Es un simple e irrefutable hecho, ¿quiero seguir adelante o no?
¿Mi decisión? ¡VIVIR! Pero no como esclavo de mi problema ni pretendiendo arreglar el mundo con mis vivencias... eso NO me corresponde, es sencillo (o al menos así lo entendí yo) se trata de disfrutar el momento, el PRESENTE, el ahora; volver a ser como un niño si así lo quieren ver. Yo tenía toda mi vida planeada y creía conocer las respuestas a lo que me había cuestionado hasta ese momento, planes de boda, seguridad financiera y un trabajo estable, mis hijos, la casa, el perro, etc., etc., etc., pero así es la vida, impredecible e incontrolable.
Me quedó muy claro que definitivamente el tiempo aquí lo tenemos prestado y por mucho que planeemos metódicamente y tengamos todo "perfectamente calculado", la verdad es que no depende de nosotros... lo que sí depende es DECIDIR el cómo afrontamos lo que nos sucede y aprender la lección. Es muy sencillo, yo pude haber decidido rendirme y literalmente "morir en el intento" o pude haberle hecho caso a los médicos y aceptar los diagnósticos que de manera muy profesional indicaban que lo más seguro es que yo muriera en terapia intensiva, bueno, ¡todo mundo tiene derecho a su opinión! Yo DECIDÍ vivir.
Con esto que les comparto no pretendo convertirme en gurú del "Feis" ni emitir juicios sobre la vida de nadie, lo que yo pasé es porque YO lo tenía que vivir, así de simple, cada quién tiene sus batallas que pelear. Solo quiero platicarles cuál fue mi aprendizaje con todo esto y con muchas otras cosas que pasaron que para mí derivaron en este problemita que tengo ahora.
No pierdan tiempo queriendo controlar todo, ni se malgasten en envidias y malas vibras, no se preocupen por lo que hagan los demás; OCÚPENSE de su vida, sean conscientes y VIVAN LIBRES, la vida siempre estará llena de retos, oportunidades y aprendizajes, o llena de problemas, desgracias y dificultades. Cada quién sabrá si prefiere ser víctima o protagonista de su vida, el hecho que yo comprendí es que debemos aceptar que TODO lo que nos sucede es consecuencia de nuestros actos y decisiones, es mucho más sencillo culpar a los demás y a las circunstancias y esperar que "algo" nos solucione la vida, que entender que los únicos responsables de lo que vivimos somos nosotros.
La vida podrá dejar sus huellas en el camino, pero nosotros SIEMPRE decidimos hacia dónde dirigir nuestros pasos..."