Donald Trump ha dicho que él nunca se ha ido a la bancarrota. Tal vez sea cierto, pero sus compañías sí, y no sólo una, sino cuatro veces.
El candidato republicano a la presidencia de EEUU exclamó: "nunca me he ido a la bancarrota", en respuesta a un golpe dado por su competidora Carly Fiorina, la antigua CEO de Hewlett-Packard Co., quien criticó a Trump sobre su carrera de negocios: "casi la mayoría en Atlantic City se encuentra en problemas o se ha declarado en bancarrota".
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Aunque Trump personalmente no ha declarado nada, sus corporaciones buscaron la protección contra la bancarrota en 1991, 1992, 2004 y en 2009.
La primera fue el casino Taj Mahal, en Atlantic City, durante 1991, probablemente la más dolorosa para él. Vendió un yate de 85 metros, al igual que Trump Shuttle, la aerolínea que operaba en aquella época, para obtener los fondos que necesitaba. Tuvo que renunciar a la mitad de su participación en el Trump Taj Mahal, pero logró retener el control de la propiedad. Su acreedor más grande era el financiero Carl Icahn, quien tenía 400 millones de dólares en bonos. Ahora, Icahn es a quien Trump designará como secretario del Tesoro si gana las elecciones.
La segunda fue Trump Castle Associates, en 1992. Con menos de un año del primer caso, Trump estaba de nuevo en un tribunal de bancarrota por los otros casinos que tenía en Atlantic City. Esta bancarrota incluía al Trump Plaza Hotel en Nueva York, el Trump Plaza Hotel & Casino en Atlantic City, así como el Trump Castle Casino Resort. Otorgando la mitad de su participación en el New York Plaza a Citibank, pero retuvo su participación en los casinos.
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Trump regresó al tribunal de bancarrotas hasta noviembre de 2004, cuando solicitó deshacerse de su deuda en varios casinos de Atlantic City y de una embarcación fluvial en Indiana. Este fue otro viaje rápido por el tribunal de bancarrota; la compañía se despojó de 500 millones de dólares en deudas y salió de la bancarrota en mayo del año siguiente.
Trump le entregó la mayor parte del control de la compañía a sus tenedores de bonos, pero siguió siendo el accionista único más grande, y una vez más mantuvo el control de los casinos.
El caso más reciente fue en 2009, luego de que su compañía no hiciera un pago de bonos de 53.1 millones de dólares. Siendo el final del camino para Trump en Atlantic City. Mientras su nombre se mantuvo en tres casinos, renunció al consejo y renunció a su participación restante en la compañía.
Aunque en 2014 los dos casinos de Atlantic City, que aún tenían el nombre de Trump, se declararon en la quiebra, Trump se aseguró de que las personas supieran que ya no estaba dirigiendo la compañía, y demandó para que quitaran su nombre.
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