First Posted: May 27, 2015 12:42 PM EDT

Por Andrés Antonio Castillo García 

La noticia no es reveladora, un reciente estudio de la OCDE -"Juntos en ello. Por qué una menor desigualdad nos beneficia a todos"- señala a Chile (1), México (2) y Estados Unidos (4) como los países con mayor desigualdad salarial de los 34 países miembros. Eso no es lo más alarmante, lo que preocupa es que esta brecha ha aumentado a niveles no vistos desde la década de 1980; la desigualdad ha ido creciendo en los tiempos de estabilidad económica, pero se ha ido acentuando en las crisis.

Como se indicaba, el caso de América Latina no es el único, también los EEUU presentan indicadores de desigualdad que llaman la atención.

En promedio dentro de la OCDE, el 10% más rico acumula el 24.6% de la riqueza y gana 9.6 veces más que el 10% más pobre.

En Chile los ingresos del decil más rico son el 40.9% de los ingresos totales y son 26.5 veces más altos que los del decil menos favorecido.

Para el caso de México los más ricos tienen 36.7% de la riqueza y su ingreso es 30 veces más alto que el 10% más pobre (en la década de 1980 era 22 veces más alto).

Mientras que en EEUU la relación es de 30%.

Además del salario, se debe tomar en cuenta el acceso a servicios básicos como educación, salud, seguridad social, entre otros. La OCDE señala que en el caso de los servicios de salud, son aún más inequitativos que el ingreso, los deciles más pobres no tienen acceso ellos que fueron poco a poco abandonados a partir de la década de 1980.

En pocas palabras, los ricos se hacen cada vez más ricos y se compacta su grupo, mientras que los pobres se hacen cada vez más pobres y más numerosos, reduciéndose paulatinamente la clase media.

Ahora, si bien un catalizador de la creciente brecha de desigualdad fue la crisis de 2008, esta se venía gestando tiempo atrás, ya que -según la OCDE- la calidad de los trabajos en los últimos años se ha ido precarizando mediante contrataciones temporales y subcontrataciones, así como el autoempleo y empleo informal gracias a la desregulación laboral vivida, así como la aún inequitativa forma de recaudar impuestos y su uso.

Este tipo de estudios no es nuevo entre autores como Thomas Piketty, los premios Nobel Paul Krugman y Joseph Stiglitz, quienes han insistido que esta concentración de la riqueza y la

inherente desigualdad llevará a largo plazo a una inercia de estancamiento económico, la cual puede ser evitable si se actúa para combatir esta brecha.

Es decir, el que exista este fenómeno influye en la evolución económica en conjunto, por poner un ejemplo, los estratos más ricos al obtener la gran parte de las ganancias ahorrarán o invertirán en activos no productivos, sin estimular el consumo y los ingresos seguirán repartiéndose entre los más ricos, llegando a un estancamiento.

Se necesita un cambio en el actuar económico, medidas recaudatorias que graven actividades no productivas y a los estratos de la sociedad más ricos, para poder redistribuirlos entre los menos favorecidos y financiar programas sociales, esto mediante una mayor participación del Estado en el suministro de los servicios básicos para una mayor calidad de vida, tales como una mayor educación, salubridad y seguridad social; asimismo mejorar las condiciones de empleo, ya que productividad no necesariamente significa menores salarios.

No se trata de hacer menos ricos a los ricos, se trata de recortar una brecha injusta y de dar acceso más igualitario a oportunidades de calidad que son consideradas inclusive como derechos humanos.

Para leer el informe completo de la OCDE 

Twitter: @andrescastillo5

© 2015 Latino Post. All rights reserved. Do not reproduce without permission.