First Posted: Dec 09, 2013 11:16 AM EST

Por Erik Escudero 

Probablemente la droga más letal que pueda conseguirse hoy en día, la desomorfina o Krokodil ha pasado de ser una de las drogas de uso reducido en Rusia a transformarse en una de las sustancias más adictivas cuyo uso amenaza con extenderse por el mundo entero.

Las aterradoras imágenes de sus efectos en los consumidores, no obstante, hacen preguntarse qué clase de sensaciones son las que produce para literalmente conseguir que sus usuarios permitan que la sustancia los carcoma por dentro.

La llamada "droga de los muertos vivientes" debe su nombre a las terroríficas lesiones que produce en la piel de los adictos, que al principio parece oscurecerse y volverse rugosa como la de los cocodrilos. Pero esto sólo es el principio. El uso prolongado del Krokodil produce necropsia en las partes del cuerpo en las que es inyectada lo que ocasiona que la piel se desprenda hasta dejar los huesos expuestos.    

La heroína de los pobres

Desde principios de 2005 la droga se hizo popular entre los adictos rusos debido a su bajo costo y a que sus efectos son parecidos a los de la heroína.  De acuerdo con la revista Time, en 2005 la agencia antidrogas de ese país informó la captura de forma esporádica de esta sustancia, sin embargo, para el 2011 la agencia antinarcóticos de Rusia confiscó 65 millones de dosis y el gobierno de ese país estima que hasta un millón de personas son adictas al Krokodil.  

Según rescata el diario Vanguardia, la desomorfina es un opiáceo de la misma familia que la heroína, la oxicodona y la codeína. De acuerdo con el mismo medio, el Krokodil produce efectos de forma más rápida, sin embargo, la duración de estos es más corta. Se estima que las sensaciones que produce son iguales o muy similares a los de la heroína.  

Lo que vuelve tan peligrosa a esta sustancia es su bajo costo. En Rusia el precio de la heroína puede alcanzar los 40 dólares, mientras que virtualmente cualquier persona puede cocinar una dosis de Krokodil en una cocina común por unos 4 dólares.

Una vida al límite

Recientemente, Time publicó el trabajo del fotógrafo italiano Emanuele Satolli quien pasó el último año en la ciudad de Yekaterinburgo, en los Montes Urales,  para documentar la vida de los adictos al Krokodil.

El resultado fue una serie fotográfica y un vídeo desgarrador en los que se muestra la vida de un grupo de adictos entre los que destaca Zhanna, una "cocinera" que a pesar de conocer los efectos destructivos de la droga dice no tener más opción que seguir adelante con su adicción.

"Esto ya no es una droga para mí. Se ha vuelto una forma de vida. Se acabo, no hay manera de volver atrás", dice Zhana en el vídeo que puede ser visto a través de You Tube.

La razón por la que el Krokodil amenaza con convertirse con una epidemia global es que su principal ingrediente, la codeína, es un opiáceo que puede conseguirse sin receta médica (en Rusia desde el año pasado se ha restringido su venta) incluso en jarabes para la tos. Además de la codeína, el Krokodil es "cocinado" con thinner, acido clorhídrico y fósforo que puede ser obtenido de una caja de cerillas comunes. 

El desolador testimonio de los usuarios del Krokodil nos invita a reflexionar sobre los peligros inminentes de la adicción, y la forma en que se trata al adicto, muchas veces estigmatizado por padecer una dependencia tan fuerte a ciertas sustancias que está dispuesto a seguir con su uso hasta la muerte.      

"Tienes que seguir inyectándote, nada te da miedo, ni siquiera la muerte. Es como si sin la droga no supiera cómo vivir. Nada me trae alegría, todo es gris. No puedo hacer nada. Lo he aceptado. Voy a usar hasta el final", dice Zhana.  

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