First Posted: Aug 21, 2014 05:52 PM EDT

La comunidad del Condado de Los Ángeles se encuentra en shock, luego de que un gran jurado revelara escalofriantes detalles sobre la muerte del niño Gabriel Fernández, un menor que falleció el 22 de mayo de 2013, luego de que su madre, Pearl Fernández y la pareja de ésta, Isauro Aguirre, le propinaran una terrible golpiza porque no quiso recoger sus juguetes del piso.

Un nuevo informe de los tribunales reveló que el menor fue víctima de una larga y espeluznante lista de abusos meses antes de su muerte. De acuerdo con un reporte oficial de la corte, Gabriel Fernández fue obligado a comer su propio vómito y heces de gato, además de ser encerrado en varias ocasiones con un calcetín en la boca para ahogar sus gritos, según destaca The Huffington Post en su portal web.

De acuerdo con el mismo medio, Gabriel permaneció con su madre y el novio de ésta a pesar de varias investigaciones realizadas por el sistema de cuidado temporal del condado de Los Ángeles, debido a que los trabajadores de bienestar infantil no pudieron determinar que el niño estaba en peligro.

El reporte de la corte, citado por Los Angeles Times, enumera una larga lista de abusos confirmados por los hermanos de Gabriel, abusos que no fueron detectados por los trabajadores de bienestar infantil, por lo que las autoridades han tomado medidas para despedir a dos trabajadores sociales y a dos supervisores, mientras que otras personas involucradas en este caso han recibido cartas de amonestación o recibido reprimendas.

Los hermanos de Gabriel dijeron que su hermano fue rociado con gas pimienta, obligado a comer comida rancia y obligado a comer su propio vómito y heces de gato, destacó el diario citado.

Fernández, de 30 años, y su novio, de 34 años, enfrentan ahora cargos criminales por asesinato de un menor, sin embargo, ambos se han declarado no culpables del crimen y un juicio en su contra ha acaparado la atención de los residentes del sur de California quienes se han estremecido con los nuevos datos revelados en los tribunales.   

El 22 de mayo de 2013, Fernández llamó al 911 y reportó que su hijo no estaba respirando. Cuando los agentes del aguacil llegaron a su departamento, la mujer dijo que el menor se había caído y golpeado la cabeza en un aparador. Los paramédicos encontraron a Gabriel desnudo en una habitación, sin respirar y con balines incrustados en el pulmón y la ingle.

El niño murió dos días después.

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