La periodista Naomi Arnold realizó un reportaje para la BBC de un viaje a Nueva Zelanda en el cual mostró unas llamas misteriosas que sobreviven en base a gas metano.
Es un lugar maravilloso, con vegetación única como la que vemos en las películas de Hollywood, con agua cristalina en un río donde los peces parecen flotar en el aire. Pero como dicen, nada es perfecto, ya que el lugar tiene su particularidad: olor a queroseno.
Aunque el aroma es sutil, fue suficiente para darle al río el nombre de: Blackwater, "agua negra" en español.
Las colinas de alrededor albergan petróleo, lo que produce un fenómeno natural en el valle.
Los lugareños le dicen "golpe de gas" o gas blow, pero Merve y Shirley Bigden, un matrimonio dedicado al turismo, lo nombraron "la experiencia de las llamas naturales".
Unas brillantes llamas amarillas arden eternamente y sin humo en la selva del lugar, alimentándose del gas metano que se filtra continuamente del subsuelo.
Hay una popular leyenda que cuenta que el fuego existe desde 1920, llevando el nombre de "El juego de los cazadores". Según ésta, el fuego se prendió cuando dos cazadores se sentaron a fumar y uno de ellos arrojó al suelo el cigarro encendido.
Shelley Neame, la guía del equipo, conoce muy bien la historia local, así que durante el recorrido les contó algunas historias de cómo el lugar ha cambiado para adaptarse a estas llamadas infinitas.
Una de ellas es la manera en que evolucionaron las plantas autóctonas, explicando cómo la moa, un ave endémica de Nueva Zelanda tan grande como una avestruz hoy extinguida, pisoteaba los arbustos.
Así que para mantener a esta ave lejos, el árbol horoeka desarrolló unas hojas como cuchillas y creció tanto que se convirtió en un tronco coronado por una nube de follaje verde.
Las llamas no son peligrosas, ya que nunca se han expandido e inclusive Namae le cocinó unas tortitas de miel al equipo en las mismas llamas.
Nueva Zelanda no es el único lugar con fuego eternos, Turquía también alberga un fenómeno similar en el valle Olympos, al que llaman Yanartaş. Allí, decenas de fuegos arden permanentemente gracias a las emisiones de metano, y lo hacen con tanta intensidad que podrían guiar a los marineros de noche.
El fenómeno tiene al menos 2,500 años y en la zona se dice que fue allí donde nació el mito de la Quimera, el monstruo híbrido de respiración ardiente de la Ilíada de Homero.
Otro fuego eterno es el del templo Jwalamukhi de los Himalayas, en el estado Himachal Pradesh de India. Se adora como a un Dios y atrae a miles de peregrinos cada año, quienes le llevan dulces, leche o frutas como ofrenda.
Nueva Zelanda, a diferencia de los demás, no cuenta con creencias mitológicas.
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