Durante su histórico discurso ante el Congreso estadounidense el pasado jueves 24 de septiembre, las poderosas palabras del Papa Francisco llenaron de emoción a la multitud reunida en la cámara congresista, mientras hablaba sobre asuntos como la libertad religiosa, la justicia social y la "dignidad trascendente del ser humano".
Fue la primera vez que un Papa había dirigido una sesión conjunta del Congreso, junto con funcionarios militares de alto rango, jueces de la Corte Suprema y miembros del gabinete.
Viniendo de quizás la autoridad moral más reconocida en el mundo, el mensaje del Papa causó más de un par de lágrimas en la cámara.
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El Pontífice recordó la marcha de Selma a Montgomery del Dr Martin Luther King, a favor de los derechos civiles.
"Ese sueño continúa inspirándonos a todos", dijo, mientras motivó al país para seguir luchando por el interés público, provocando un llanto del representante John Lewis, investigador y líder del movimiento por los derechos civiles de 1960, que también marchó en Selma.
El senador Marco Rubio, cuyos padres emigraron a Estados Unidos desde Cuba, soltó varias lágrimas, mientras el Papa Francisco hablaba sobre la necesidad de darle la bienvenida "al forastero entre nosotros", en donde habló de cómo él también es hijo de inmigrantes.
Las cámaras capturaron al secretario de Estado, John Kerry, muy ligeramente sorprendido cuando el Papa habló sobre la crisis de los refugiados en Siria, que él llamó "una crisis de una magnitud sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial". (El Departamento de Estado ha sido acusado de no hacer lo suficiente para ayudar a reubicar a los inmigrantes a los Estados Unidos).
Y el representante, John Boehner, católico y famoso por expresar públicamente sus emociones, estaba sentado detrás del podium del Pontífice sin poder controlar las lagrimas durante gran parte del discurso.
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Las lágrimas de John Boehner perduraron, incluso cuando el discurso terminó.
Además de llanto, la cámara del congreso no sólo tuvo emociones, también estuvo llena de teléfonos celulares, mientras miembros tomaban fotos y escribían en redes sociales sobre el Pontífice.
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