La cadena de noticias CNN entrevistó a una joven que fue víctima de trata de personas durante 4 años. Ella es Karla Jacinto, quien acorde a sus propias cifras, fue violada 43.200 veces, tras caer en las manos de traficantes de personas a los 18 años.
Hoy, la joven de 22 años señala que hasta 30 hombres por día abusaban de ella, los siete días de la semana.
Su historia destaca la brutal realidad del tráfico de personas que sucede en México y Estados Unidos, un "negocio" que le ha destruido la vida a miles de niñas mexicanas como Karla, que han sido secuestradas o engañadas con un futuro en el país estadounidense.
Funcionarios de Estados Unidos y México señalaron un pueblo en el Estado de Puebla que por años ha sido la mayor fuente de bandas de tráfico de humanos, y un lugar donde las víctimas son secuestradas antes de finalmente forzarlas a la prostitución. Este pueblo se llama Tenancingo.
Karla dijo que ella fue abusada desde que tiene memoria y que se sentía rechazada por su madre.
"Vengo de una familia disfuncional, fui abusada sexualmente y maltratada desde la edad de 5 años por un pariente", comentó Karla.
A los 12 años, Karla se convirtió en objetivo de un traficante que la atrajo con su personalidad amable y un auto deportivo. La joven estaba esperando a sus amigos cerca de la estación del metro en la Ciudad de México, cuando un niño que vendía dulces se acercó a ella y le dijo que alguien le estaba enviando un trozo de caramelo como regalo.
En esta escena que pareciera irreal, cinco minutos más tarde un hombre de mayor edad y quien envió el dulce, le empezó a hablar y le dijo que era vendedor de autos usados.
Intercambiaron números telefónicos y cuando él la llamó una semana después, Karla se emocionó. Él le pidió que lo acompañara a dar un paseo al estado de Puebla y la deslumbró cuando llegó conduciendo un brillante Pontiac Firebird Trans Am de color rojo.
"Cuando vi el auto no lo podía creer, estaba muy impresionada por tan grandioso auto. Fue emocionante para mí. Él me pidió que me subiera al auto para ir a lugares", comentó.
En ese entonces, el hombre de 22 años, 10 años mayor que Karla, la convenció fácilmente para que saliera con él. Desafortunadamente la madre de Karla ayudó al no abrirle la puerta a su hija una noche, después de llegar tarde a casa.
"Al día siguiente me fui con él. Vivimos juntos por tres meses y durante ese tiempo me trató muy bien. Él me amaba, me compraba ropa, me daba atención, me traía zapatos, flores, chocolates, todo era hermoso", dijo Karla.
Sin embargo, hubo muchas señales de advertencia que Karla ignoró por el ciego amor. Según ella, su novio solía dejarla semanas sola en su apartamento. Los primos de su novio solían llegar con nuevas chicas todas las semanas. Cuando ella finalmente tomó valor para preguntarle en qué tipo de negocio estaban, él le dijo la verdad. "Somos proxenetas".
"Unos días después me empezó a decir todo lo que tendría que hacer; las posiciones, que tanto necesitaba cambiar, las cosas que tenía que hacer con los clientes y por cuánto tiempo, cómo tenía que tratarlos y cómo tenía que hablarles para que me dieran más dinero", explicó Karla.
Era el inicio de cuatro años de infierno. La primera vez que fue forzada a trabajar como prostituta la llevaron a Guadalajara, una de las ciudades más grandes de México.
"Empecé a las 10 de la mañana y terminé a la medianoche. Estuvimos en Guadalajara durante una semana. Hagan cuentas. Veinte por día, durante una semana. Algunos hombres solían reírse de mí porque yo lloraba. Tenía que cerrar mis ojos para no ver qué me estaban haciendo, así no sentiría nada", reveló Karla.
Pero su método para el alivio se transformó en horror cuando los agentes, alrededor de 30 dice ella, se llevaron a las chicas a diferentes habitaciones y empezaron a grabar un video de ellas en posiciones comprometedoras. Les decían que los videos serían enviados a sus familiares si no hacían todo lo que les pedían.
"Pensé que eran asquerosos. Ellos sabían que éramos menores de edad. Ni siquiera estábamos desarrolladas. Teníamos caras tristes. Algunas niñas apenas tenían 10 años de edad. Había chicas que estaban llorando. Les decían a los agentes que eran menores de edad y nadie les prestó atención", comentó Karla, quien tenía 13 años en ese entonces.
En su mundo de pesadilla, un embarazo era lo peor que podía pasarle a alguna de las chicas. Karla dio a luz a una niña cuando tenía 15 años, una bebé engendrada por el proxeneta que utilizó a su hija para poder amenazarla: si ella no cumplía con todos sus deseos, él le haría daño o mataría a la bebé. Se llevó a la bebé lejos de ella un mes después de haber nacido y no se le permitiría ver a la niña de nuevo hasta que tuviera más de un año de edad.
Karla Jacinto finalmente fue rescatada en el 2006 durante una operación contra el tráfico en la Ciudad de México. El testimonio de Karla fue como evidencia en apoyo a la H.R. 515 o Ley de Megan que obliga a las autoridades estadounidenses a compartir información relacionada a ciudadanos estadounidenses que son depredadores sexuales de menores, cuando estos convictos intentan viajar al extranjero.
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