El gobierno del estado federado de Hamburgo había prohibido la celebración del mitin por motivos de seguridad y el local en el que había sido anunciado llevaba 24 horas precintado, pero aun así el ministro turco de Asuntos Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, decidió desoír a las autoridades alemanas y anoche celebró el mitin en cuestión, desde el balcón de la residencia del cónsul turco en la ciudad hanseática y lanzando además duros ataques contra el gobierno de Merkel.
No nos den elecciones de derechos humanos y democracia, nosotros sólo nos arrodillamos ante Alá, ante nadie más», gritó Çavusoglu jaleado por turcos residentes en Hamburgo y convocados a través de las redes sociales ante el consulado. No podemos aceptar que Alemania interfiera en el referéndum, dijo en referencia a la próxima votación turca sobre un sistema presidencialista, y denunció «una campaña sistemática contra Turquía en Europa». No solo criticó que hubiese sido denegado el permiso para celebrar el mitin en un salón de bodas y un hotel, sino que acusó a la policía alemana de haber ejercido «presiones directas a un hermano turco que ofreció sus salas para el acto».
La consigna de merkel a sus ministros ante los reiterados y sonoros desplantes del gobierno turco es «no dejarse provocar. Çavusoglu tiene previsto reunirse hoy con su homólogo alemán, Sigmar Gabriel, quien en declaraciones a la televisión pública ZDF ya ha utilizado un tono conciliador a primera hora de esta mañana, calificando la situación de absurda y felicitándose por el hecho de que el ministro turco, en el mitin ilegal celebrado anoche, no repitiese la «escandalosa» comparación entre las suspensiones de estos mítines y las «prácticas nazis», cuya autoría recae directamente en el presidente turco Erdogan.
En medio de un ambiente diplomático extremadamente tenso y con un periodista alemán encarcelado en Estambul por haber publicado e-mails de un ministro que además es yerno de Erdogan, Gabriel ha reconocido que las diferencias existentes entre los dos países «no van a resolverse de la noche a la mañana», pero ha insistido en el compromiso de su Gobierno para lograr la liberación de Yücel, detenido el pasado 14 de febrero y ha calificado como un «patriota alemán», con «raíces turcas», que ejerce un «periodismo crítico» en un «país amigo».
Las provocaciones y desafíos del gobierno turco dan la impresión, tanto en Berlín como en Estambul, de que Erdogan cree tener a la canciller Merkel en sus manos, dado que el acuerdo de inmigración al que ha llegado con la UE, para retener a centenares de miles de refugiados en su territorio a cambio de un programa de ayudas de 3.000 millones de euros, es un factor clave de la estabilidad política alemana. Los analistas no dudan sobre la jugada electoral del presidente turco, que está asumiendo el papel de hombre fuerte frente a su electorado, capaz incluso de desafiar a la poderosa canciller alemana.
Merkel, mientras tanto, se limita a responder que «no vale la pena ni comentar ese tipo de declaraciones fuera de lugar», alegando únicamente que la campaña a favor de la reforma constitucional turca no las justifica. En lugar de ahondar en esa diatriba, Merkel ha recordado que a ambos países los unen diversos lazos, desde los demográficos hasta los económicos, pasando por la OTAN y la lucha común contra el terrorismo. Sí reconoce y reprocha abiertamente «profundas diferencias de opinión» entre ambos Gobiernos en cuestiones como el respeto a las libertades de prensa y de expresión. Merkel ha criticado que las autoridades turcas tengan más de cien periodistas detenidos.
De los más de 3 millones de turcos que viven en Alemania, 1,4 millones cuentan con derecho a voto en Turquía y podrían ser un grupo clave para el resultado del referéndum, por lo que estos mítines en suelo alemán adquieren gran importancia política. El Gobierno del estado federado de Renania del Norte-Westfalia, en el oeste del país, fue el primero en expresar sus reticencias a un acto organizado por el primer ministro turco, Binali Yildirim, que acudió a la ciudad de Oberhausen para pedir apoyo ante 10.000 personas para la enmienda de la Constitución turca en la votación del 16 de abril.
Yildirim también dijo que el propio Erdogan tenía la intención de visitar Alemania, como lo hizo en 2008 y 2014, para pedir el respaldo de sus simpatizantes en suelo germano, pero esa visita está por el momento en el aire después de que la celebración de varios mítines haya sido prohibida y de la escalada de tensión diplomática.
Los turcos y turco-alemanes que residen en este país y se oponen mayoritariamente al talante autoritario de Erdogan y han denunciado reiteradamente que están recibiendo duras presiones desde Ankara y que temen sufrir represalias por parte de instituciones afines al mandatario. Los partidos afines a Erdogan acusan el público a los turcos en Alemania que expresan su contrariedad por la deriva totalitaria del gobierno de Estambul con una retórica que asocia cualquier tipo de oposición al terrorismo y son amenazados con represalias por parte de la policía secreta turca.