La capacidad de los servicios de inteligencia para infiltrarse en los teléfonos móviles es real y conocida desde hace años». Este es el contundente veredicto de Fernando Rueda, periodista especializado en la secreta labor de los espías, que cuenta en conversación telefónica a ABC que el Centro nacional de Inteligencia figura en el pelotón de cabeza en esto. «Según contó el responsable de seguridad criptológica del espionaje francés, por detrás de China, Rusia y Estados Unidos, los más activos y efectivos son tres estados europeos: Francia, Alemania y España». De los agentes españoles, cuenta Rueda, «dijo que lo hacen muy bien aunque tengan poco dinero», una carencia que se está revirtiendo a medida que las arcas públicas se recuperan de la crisis económica: «España cada vez invierte más en espionaje digital», concluye.
De acuerdo a la versión de este experto, autor de numerosos libros sobre el oscuro mundo del espionaje, «los servicios de todos los estados intervienen las comunicaciones en el interior de su territorio solo con autorización judicial, lo que preservaría la privacidad de los españoles, «pero en el exterior actúan sin ese control y siguiendo órdenes exclusivamente de sus gobiernos».
Rueda no se sorprende por la ultima filtracion de Wikileaks, que ha revelado que la CIA espía a través de teléfonos móviles y televisiones inteligentes. «Hace ya mucho tiempo que sabemos que pueden activar la cámara o el micrófono de un móvil, una tableta o cualquier dispositivo conectado a internet infectándolo con un virus; Edward Snowden ya lo sacó a la luz». El escándalo, sostiene Rueda, es que «ahora constatamos que eso se hacía en Estados Unidos masivamente y sin supervisión alguna de los jueces».
Los estados dedican ingentes esfuerzos a proteger las comunicaciones de sus máximas autoridades. «En España se ocupa el Centro criptologico Nacional, dependiente del CNI». Los técnicos a las órdenes del general Félix Sanz Roldán, director de «la Casa», desarollan «software» específico para encriptar las conversaciones que mantengan, por ejemplo, el Rey y el presidente del Gobierno. Esas barreras, tanto las españolas como las de otros países, son casi totalmente infranqueables, pero, como advierte Rueda, «solo funcionan si los dos terminales están protegidos». Los aparatos que no cuentan con estas medidas especiales sí podrían ser intervenidos.
Las implicaciones de la capacidad de los espías para infiltrar programas maliciosos en cualquier dispositivo en línea son enormes y justifican la alarma pública suscitada por las filtraciones de WikiLeaks. Rueda les concede total credibilidad. «Cuando surgieron las primeras informaciones sobre este tipo de prácticas había desmentidos oficiales, ahora ya se opta por el silencio, porque están acreditadas», dice. Los usarios están expuestos así a un escrutinio total de su vida: «Pueden leer tus correos, tenerte permanentemente localizado, conocer y ubicar a tus contactos más frecuentes o incluso verte en casa por tu "webcam" sin que lo sepas