«Tengo gran confianza en que el presidente (Abdelfatah) al Sisi se hará cargo de la situación apropiadamente», declaró el domingo por la tarde el presidente estadounidense Donald Trump a través de Twitter, horas después de conocerse el doble atentado contra dos iglesias en Egipto, que se cobraron las vidas de al menos 45 personas. Se trata del peor atentado contra la minoría cristiana en Egipto y el presidente Al Sisi ha respondido decretando el estado de emergencia en todo el país y desplegando el Ejército en instalaciones vitales.
En un discurso televisado a última hora del domingo, Al Sisi ordenó la instauración del estado de excepción en todo el país durante tres meses para «proteger nuestro país y prevenir (nuevos ataques)». Una vez aprobado por el Consejo de Ministros, el estado de emergencia ha entrado en vigor a las 13:00 hora local. La agencia oficial de noticias MENA ha detallado que «las Fuerzas Armadas y la Policía tomarán las medidas necesarias para hacer frente a los peligros del terrorismo y su financiación, así como para mantener la seguridad en todo el país, proteger las propiedades públicas y privadas y las vidas de los ciudadanos». La instauración del estado de emergencia, que podrá ser renovado, dará poderes más ejecutivos al gobierno de Al Sisi, como el de juzgar civiles en cortes militares de emergencia.
Los atentados fueron reivindicados por Daesh, grupo terrorista que cuenta con una filial egipcia que se hace fuerte en la península del Sinaí, pese a la intensa campaña militar para acabar con la insurgencia. Estos atentados de Daesh se habrían producido como respuesta al «éxito» del Ejército egipcio en la península.
«Los terroristas han intentado atacar todos los elementos del Estado egipcio, incluyendo el Ejército, la Policía, los jueces. Pero vosotros, pueblo egipcio, habéis hecho un gran trabajo en enfrentar a este terrorismo fascista», señaló, haciendo hincapié en la unidad egipcia ante el terrorismo, que ataca «a cristianos y a musulmanes» por igual.
Priorizar la lucha contra el terrorismo
Según han señalado analistas consultados por este periódico, Al Sisi utilizará estos atentados para insistir en priorizar la lucha de su Gobierno contra el terrorismo frente a otras denuncias de violaciones de derechos humanos. En una reciente visita a Washington, Sisi se vendió a sí mismo como el contenedor del terrorismo en Egipto, intentando recabar -con apoyo de un, al menos en apariencia pública, dispuesto Trump- apoyos militares y económicos en esta lucha contra el terrorismo.
Activistas sospechan que la imposición del estado de emergencia en todo el país (la provincia Norte del Sinaí lleva en estado de excepción prorrogado de forma continua desde 2013) puede ofrecer a Al Sisi y las Fuerzas de Seguridad un marco legal para apretar un poco más a la ahogada sociedad civil, que ya ha sido víctima en los últimos tres años.
Paralelamente, el Ejército se desplegó ayer en diversas instalaciones vitales posibles objetivos de los terroristas. Fuerzas policiales se desplegaron ayer también en las calles adyacentes a iglesias de zonas en el interior del país, en la provincia de Minya, con la intención de atajar la creciente tensión sectaria en una zona en la que se han registrado numerosos enfrentamientos entre cristianos y musulmanes en los últimos años. Como en el atentado contra la iglesia copta de San Pedro y San Pablo en el Cairo el pasado diciembre, algunos coptos indignados culpan a la falta de seguridad, algo negado por fuentes del Ministerio de Defensa. Sin embargo, en un movimiento con apenas precedentes, el ministro egipcio de Interior, Magdi Abdelgafar, destituyó ayer de sus cargos a los jefes de Seguridad y de Investigación Criminal de la provincia de Al Garbiya, cuya capital es Tanta.
La Semana Santa copta comienza bañada en sangre , tras sendas explosiones en Tanta y Alejandría, que se cobraron al menos 45 vidas -entre feligreses, diáconos y oficiales de policía- y que han dejado más de un centenar de heridos. Daesh reivindicó rápidamente el ataque, llevado a cabo supuestamente por dos terroristas suicidas de nacionalidad egipcia. Uno de ellos se hizo explotar en el interior de la iglesia provincial de Tanta, mientras que el segundo no logró entrar en la emblemática catedral de San Marcos de Alejandría, donde el patriarca de la Iglesia Ortodoxa copta tenía programada la celebración de la misa del Domingo de Ramos.