Una estrella que está a 1,400 años luz de la Tierra podría ser hogar de una civilización tan desarrollada que pudo haber construido una especie de huerto solar espacial de dimensiones cósmicas. Claro, ésta es la versión con la que deseamos encontrarnos, pero no hay por qué descartar la explicación más apetecible.
Sobre todo cuando son los propios científicos quienes se han mostrado sorprendidos ante lo nunca visto y quienes no han mostrado pudor al pronunciar una de las palabras más incómodas para un astrónomo: alienígenas.
El proyecto se remonta a 2009, cuando el telescopio espacial Kepler de la NASA comenzó a rastrear las casi 150.000 estrellas observables en un pedazo de cielo de unos 100 grados cuadrados, más o menos un 0,25% de todo el firmamento.
Kepler es un cazador de planetas; su misión consiste en vigilar las estrellas durante largo tiempo con el fin de detectar si en algún momento su luz disminuye ligeramente, lo que delataría el tránsito de un planeta.
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Tras cuatro años de observación y más de 1.000 planetas confirmados, una de las estrellas llamó la atención de los científicos y de los voluntarios del proyecto Planet Hunters, que revisan los datos de Kepler donde se requiera de un ojo humano.
La estrella en cuestión, a 1.400 años luz de nosotros y oficialmente designada KIC 8462852, mostraba una anomalía única entre las casi 150.000 analizadas. En lugar de un levísimo bloqueo repetido regularmente, la luz de la estrella se reducía hasta en un 22% y sin una periodicidad aparente. Tabetha Boyajian, astrónoma de la Universidad de Yale y responsable del hallazgo, sabía que era imposible atribuir este fenómeno al tránsito de un planeta.
Boyajian dio un seminario el año pasado en el Centro de Exoplanetas y Mundos Habitables de la Universidad Estatal de Pensilvania, donde mostró sus resultados a Jason Wright, astrofísico especializado en estrellas y exoplanetas.
Según Wright "Uno podría pensar en un montón de maneras para que una estrella se comporte de una forma rara como esta, pero casi todas ellas requieren estrellas jóvenes".
Pero esto, señala Wright, requeriría una fuerte señal de luz infrarroja del polvo caliente, algo que no se observa en KIC 8462852. Además, agrega, "esta estrella se mueve demasiado aprisa para haberse formado recientemente".
Sin una explicación convincente, Wright contactó a Andrew Siemion, del Centro de Investigación SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre) de Berkeley. Siemion se mostró inicialmente escéptico, pero al conocer los datos puso en marcha una propuesta para buscar posibles señales de radio procedentes de KIC 8462852 con el radiotelescopio de Green Bank.
Poco después, coincidió que Siemion comparecía en el Congreso de Estados Unidos en el marco de una sesión sobre la búsqueda de vida alienígena, donde se encontró a Ross Andersen, periodista de ciencia de la revista The Atlantic.
Siemion le habló a Andersen de la estrella misteriosa, Andersen publicó un artículo sobre ello y en pocos días la red enloqueció con el supuesto hallazgo de una civilización alienígena que ha construido una infraestructura gigante alrededor de su estrella.
Sin embargo, en opinión de Wright, esta explicación es "plausible pero forzada". Incluso aunque una oleada de cometas pudiera reducir en tal grado la luz de la estrella, el hecho de que un fenómeno semejante se haya producido precisamente en el breve instante cósmico en que los humanos estamos aquí para observarlo es, a juicio de los expertos, una coincidencia muy improbable.
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En 1960 el físico Freeman Dyson propuso formalmente una idea que la ciencia ficción había explorado desde tres décadas antes: una civilización tecnológica extremadamente avanzada podría construir grandes infraestructuras en el espacio para explotar los recursos energéticos de su propia estrella, o incluso de toda su galaxia, como una especie de gigantesca red de paneles solares que cosechara la luz, bloqueando su paso pero dejando escapar el calor en forma de ondas infrarrojas.
Por el momento, Wright y sus colaboradores han elaborado un estudio, aún sin publicar, en el que valoran la posibilidad de poner en práctica esta técnica de Dyson, y en el que a propósito de la estrella KIC, escriben: "Tenemos en KIC 8462 un sistema con todas las trazas de un enjambre de Dyson".
"Pensamos que es el objetivo estelar SETI más prometedor descubierto hasta la fecha". Por si acaso, la matriz de radiotelescopios Allen del Instituto SETI ya mira hacia KIC buscando posibles señales de radio.
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