First Posted: Apr 06, 2017 01:42 PM EDT

El Madrid compareció en Butarque sin la BBC y además sin Modric ni Kroos. Era ilusionante de verdad, ilusionante como lo pronunciaría Valdano.

Y empezó bien. Tras los ajustes iniciales -el Leganés presionaba como un equipo chino-, quedó claro que había actitud general en el conjunto y chispa específica en algunos jugadores.

Se intuía la inteligencia entre James y Asensio, que ya vimos en Éibar, y en el minuto14 se confirmó con una internada vertical de Asensio, un catwalk de modelo que acabó con pase a James, que remató sin más.

Llegó mucho ese segundo Madrid con un Kovacic desbordante. Superaba la hojaldrada defensa del Leganés con un borbotón de fútbol, y era tan exuberante que, por lo que pudiera pasar, nadie se atrevería a hacer comparaciones con el trote lastimoso de Kroos y Modric o con ese "autogiro" tan personal y moruno de Isco.

En una de sus arrancadas le metió un pase laudrupesco a Morata para que rematara el segundo.

Cómo sería la cosa en ese rato que Danilo, en jugada personal brillante hasta lo inverosímil, disparó al palo con la zurda.

En esa versión de sí mismo sospechosamente feliz, llegó el tercero del Madrid: córner con toque inicial y remate al segundo palo de Morata, precedido, eso sí, de una colisión triple entre Casemiro, Ramos y un defensa en la que algo pasó -en uno u otro sentido- que el árbitro no quiso ver.

Hubo tras el tercero unos instantes de exhibición por parte de Asensio, que ofreció un muestrario exquisito de controles y posturas.

Pero el Madrid se fue desdibujando. El centro del campo se separó, perdió tensión y posesión y el Leganés, que no tenía otra cosa que hacer salvo atacar, encontró en el lateral Rico su mejor opción.

Llegó un par de veces aprovechando ese aire de pradera que coge a veces la banda derecha del Madrid, y en el minuto 31 Pires le remató un pase tras llegada hasta la cal. No era culpa de Keylor, pero el portero hizo un extraño salto hacia no se sabe muy bien dónde.

Keylor está en esa fase en que un portero debe dejar de llevar ropa fosforescente.

Siguió llegando Rico y tras un córner por él provocado llegó el 2-3. Marcó Neves, pero con la ayuda de Ramos, que peinó, y de Nacho, que habilitó su posición.

Butarque adquirió un ánimo jubiloso, se puso copero y hasta el central Siovas quiso hacer rabonas.

Es curioso que los futbolistas de ahora nos parezcan menos técnicos que los de antes cuando cualquiera está dotado para hacer una ruleta o una rabona. Hubo tiempos en que las rabona solo las daba Tote, aquel canterano equívoco.

Los últimos minutos de la primera parte los pasó el Madrid contragolpeando ante la defensa alta del Leganés. Lucas apretó el paso entonces y estuvo bien, aunque sin suerte.

Nada más salir del descanso, Morata o más bien Mantovani en propia puerta, sentenció el partido. De modo asombroso, los futbolistas locales pidieron penalti.

Lo más visto a partir de ahí fue Asensio. El madridismo se divide en los que elevan el meñique con Isco y los que no, pero sobre todo en los que dicen ¡oh! a Isco y los que le dicen ¡ah! a Asensio. Porque a "esteticismo" gana Asensio.

El partido se siguió jugando sin que el Madrid diera la impresión de evasión mental, disgusto o pereza patricia, pero aunque no dejó de correr, si que perdió la consistencia mínima entre líneas. El centro del campo se convirtió en una zona de paso y el partido se puso menos serio. No fue un encuentro tan redondo como el de Éibar.

Para espesar la salsa del centro del campo entró Isco por James, que no estuvo del todo bien (mejor Asensio) pero participó en todos los goles. Se fue de mala gana el colombiano, como los niños cuando les sacan del parque.

Volviendo a lo otro, y pese a los de "las trincheras": Isco es un buen espesante, no un crack. Al menos todavía.

El Leganés se quedó ya relajado, como si hubiera estado llorando 70 minutos, y Zidane tuvo el detalle de meter a Mariano para que recordáramos aquella intensa ilusión invernal.

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